Carta a nuestras amigas y amigos europeos
Queridos amigos, queridas amigas:
El brote de Coronavirus es una amenaza existencial para las estructuras de la Unión Europea. Lo que comenzó como un problema para la salud está escalando rápidamente hacia un tsunami económico y social que hace temblar los pilares del edificio europeo. Por razones que son difíciles de entender todavía, Italia ha sido el primer país europeo en pagar un alto coste humanitario, así como económico y social. Debido a esta desafortunada “primicia”, el pueblo italiano ya conoce muy bien el impacto de la crisis y lo difícil que es superarla. Pero la rápida difusión de esta pandemia está replicando progresivamente su dolor en cada uno de los países de la Unión Europea y del mundo. El pueblo español ha sido el siguiente en esta trágica lista, que pronto afectará a todos.
Esta tragedia inesperada nos afecta a todos y a todas, individual y colectivamente. ¿Estaremos a la altura de este desafío?
Los Gobiernos de los diferentes países están respondiendo a la crisis apurando al máximo sus recursos y capacidades para reaccionar y preparar la recuperación una vez que el virus haya sido derrotado. Pero la magnitud del tsunami está demostrando que estos recursos y capacidades nacionales no son suficientes, y que amplios sectores de la sociedad sufrirán sus graves consecuencias.
La cuestión ineludible que se nos presenta ahora en Europa es si cada país se salva por su cuenta o si, por el contrario, reconocemos que vamos todos en el mismo barco, y que no somos solo un mercado común, sino también una comunidad social y política. Más aún, una comunidad de valores.
Las diferentes crisis acontecidas en los últimos años han mostrado que las medidas insuficientes, tímidas y poco decididas (tarde, mal y nunca) desencadenan tensiones centrífugas en nuestra Unión. ¿Vamos a repetir los errores del pasado?
Es muy importante determinar cómo se aborda técnica y financieramente este desafío, pero antes de discutir y articular los instrumentos necesarios, hay que tomar una decisión fundamental: ¿reconocemos la responsabilidad europea para contener esta crisis humanitaria y para establecer las condiciones de una recuperación económica y social? ¿O debe cada país pensar por sí mismo y dar la espalda a sus vecinos? La decisión que se tome tendrá consecuencias existenciales para la Unión Europea.
A lo largo de los años, la comunidad académica ha disfrutado de los beneficios de un espacio de investigación abierto, con importantes recursos europeos. Sentimos, por tanto, como responsabilidad alzar nuestra voz en este difícil momento; recordar que Europa no es solo un mercado, sino también una comunidad de personas y que está en juego ni más ni menos que el alma de Europa; que ha llegado, en definitiva, el momento de tomar iniciativas decididas y valientes para construir una Europa más solidaria.
Si estás de acuerdo con el espíritu de esta carta, por favor, firma aquí y reenvíala a tus colegas y contactos.
Heinrich Best (Universidad de Jena)
Maurizio Cotta (Universidad de Siena)
Pedro Tavares de Almeida (Universidad Nova de Lisboa)
Ursula Hoffmann-Lange (Universidad de Bamberg)
Liesbet Hooghe (UNC-Chapel Hill)
Gabriella Ilonski (Universidad Corvinus, Budapest)
Pierrangelo Isernia (Universidad de Siena)
Gary Marks (UNC-Chapel Hill)
Yves Mény (ex Presidente EUI)
Catherine Moury (Universidad Nova de Lisboa)
Leonardo Morlino (LUISS Roma)
Luca Verzichelli (Universidad de Siena)
Manuel Alcántara (Universidad de Salamanca)
André Freire (Instituto Universitario de Lisboa, ISCTE-IUL)
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El brote de Coronavirus es una amenaza existencial para las estructuras de la Unión Europea. Lo que comenzó como un problema para la salud está escalando rápidamente hacia un tsunami económico y social que hace temblar los pilares del edificio europeo. Por razones que son difíciles de entender todavía, Italia ha sido el primer país europeo en pagar un alto coste humanitario, así como económico y social. Debido a esta desafortunada “primicia”, el pueblo italiano ya conoce muy bien el impacto de la crisis y lo difícil que es superarla. Pero la rápida difusión de esta pandemia está replicando progresivamente su dolor en cada uno de los países de la Unión Europea y del mundo. El pueblo español ha sido el siguiente en esta trágica lista, que pronto afectará a todos.
Esta tragedia inesperada nos afecta a todos y a todas, individual y colectivamente. ¿Estaremos a la altura de este desafío?
Los Gobiernos de los diferentes países están respondiendo a la crisis apurando al máximo sus recursos y capacidades para reaccionar y preparar la recuperación una vez que el virus haya sido derrotado. Pero la magnitud del tsunami está demostrando que estos recursos y capacidades nacionales no son suficientes, y que amplios sectores de la sociedad sufrirán sus graves consecuencias.
La cuestión ineludible que se nos presenta ahora en Europa es si cada país se salva por su cuenta o si, por el contrario, reconocemos que vamos todos en el mismo barco, y que no somos solo un mercado común, sino también una comunidad social y política. Más aún, una comunidad de valores.
Las diferentes crisis acontecidas en los últimos años han mostrado que las medidas insuficientes, tímidas y poco decididas (tarde, mal y nunca) desencadenan tensiones centrífugas en nuestra Unión. ¿Vamos a repetir los errores del pasado?
Es muy importante determinar cómo se aborda técnica y financieramente este desafío, pero antes de discutir y articular los instrumentos necesarios, hay que tomar una decisión fundamental: ¿reconocemos la responsabilidad europea para contener esta crisis humanitaria y para establecer las condiciones de una recuperación económica y social? ¿O debe cada país pensar por sí mismo y dar la espalda a sus vecinos? La decisión que se tome tendrá consecuencias existenciales para la Unión Europea.
A lo largo de los años, la comunidad académica ha disfrutado de los beneficios de un espacio de investigación abierto, con importantes recursos europeos. Sentimos, por tanto, como responsabilidad alzar nuestra voz en este difícil momento; recordar que Europa no es solo un mercado, sino también una comunidad de personas y que está en juego ni más ni menos que el alma de Europa; que ha llegado, en definitiva, el momento de tomar iniciativas decididas y valientes para construir una Europa más solidaria.
Si estás de acuerdo con el espíritu de esta carta, por favor, firma aquí y reenvíala a tus colegas y contactos.
Heinrich Best (Universidad de Jena)
Maurizio Cotta (Universidad de Siena)
Pedro Tavares de Almeida (Universidad Nova de Lisboa)
Ursula Hoffmann-Lange (Universidad de Bamberg)
Liesbet Hooghe (UNC-Chapel Hill)
Gabriella Ilonski (Universidad Corvinus, Budapest)
Pierrangelo Isernia (Universidad de Siena)
Gary Marks (UNC-Chapel Hill)
Yves Mény (ex Presidente EUI)
Catherine Moury (Universidad Nova de Lisboa)
Leonardo Morlino (LUISS Roma)
Luca Verzichelli (Universidad de Siena)
Manuel Alcántara (Universidad de Salamanca)
André Freire (Instituto Universitario de Lisboa, ISCTE-IUL)
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